Áticos, unifamiliares, bajos con jardín, piscinas, terrazas, etc. Son muchas las zonas en las que se pueden aprovechar las ventajas de ganar unos metros a la superficie exterior montando un techo acristalado. Lo mejor es que se trata de una instalación que no resta un ápice de luz al espacio (más bien, la aporta) y que son perfectamente herméticos frente a la lluvia y al viento. Es un pena desperdiciar los metros extra que proporcionan los espacios al aire libre de las viviendas, por eso recomendamos la utilización de estos techos que además eliminan el polvo, el frío y el ruido.
En cuanto a las terrazas, los patios y los porches suelen ser espacios agradables durante los meses de buen tiempo, pero se desaprovechan al llegar el frío. Además, son ruidosos y acumulan mucha suciedad. Al cerrarlos con techos acristalados ya no presentarían estos inconvenientes. Además, los montajes se han simplificado mucho y los cerramientos han mejorado su perfilería gracias a la utilización de sistemas adecuados a cada caso.
No es lo mismo una terraza con vistas al mar donde lo más importante es mantener el espacio diáfano, que otra donde se necesite un óptimo aislamiento térmico y acústico, o finalmente una en la que el propósito sea ampliar el espacio en caso necesario. Por tanto es muy importante tener claras nuestras expectativas.